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Chichén Itzá
 
 Chichén Itzá

 

Se podría decir que he sido afortunado, entre los muchos sueños llevados a cabo no falto el de visitar algunas ruinas mayas de Méjico.

Corría el año de 1992, mientras en España se celebra por todo lo alto los 500 años del descubrimiento, la mayor parte de los pueblos indígenas se manifiestan contra ello (cosa que en España, poco o nada se supo). Yo, españolito de a pie, cojo un avión rumbo a Cancún, lugar paradisíaco para el turista, pero también muy cercano a mis objetivos: las majestuosas ruinas mayas de las que tanto había leído.

Con el cansancio propio del viaje (unas 10 horas) el primer día no me da para mucho, disfrutar de esas maravillosas aguas…


 Alguna comida picante y ya por la tarde estudiar unas ruinas mayas en el mismo Cancún…


 Acabo un poco decepcionado, quizás sabedor de lo que me espera, y así el día termina entre rancheras, mas picante, vendedores insoportables y algún que otro mojito…

 

Madrugando a la mañana siguiente, cogemos un autobús (guagua) rumbo a Chichén Itzá. El camino es corto, apenas 150 kilómetros, o eso pensaba yo, ¡Dios mío! ¡que carretera! Y eso, eso no son chinchetas, no, son ladrillos en mitad del camino. El Cancún del lujo queda atrás y pasamos a zonas de pobreza, me sorprende ver chozas con parabólica y a niños jugando entre el barro con los cerdos…


El único signo de civilización que encontramos es la ciudad de Valladolid, segunda ciudad fundada por los españoles en Méjico…


 

 Tras bajar del autobús un guía empieza a contar historias, las historias que los turistas quieren oír, no le presto mucha atención, ya que tras avanzar unos pocos metros, tras pasar una arboleda delante de mi se encuentra la majestuosa gran pirámide.

 

Es conocida como “El Castillo” o  como la pirámide de Kukulcan, que era, por así decirlo, la reencarnación en la tierra de su Dios principal Quetzacoatl. La voz del guía sigue de fondo, mas yo no puedo resistirme y comienzo la subida. Lo primero que me sorprende es el tamaño de las escaleras y mas teniendo en cuenta que el pueblo indígena no pasaba de media del metro y medio de altura, la explicación me vendría dada mas tarde en mi visita a las ruinas de Tulum. Según asciendo son muchas las personas que necesitan ayuda y tienen que agarrarse a una gran cadena puesta en el centro de las escaleras para tal fin.

 

Esta pirámide cumplía con su objetivo: ser dominio de masas por parte de las clases altas. Así me encuentro, en mi imaginación, con uno de los primeros enigmas. Este pueblo tenia tal cantidad de conocimientos sobre astronomía y la arquitectura, que aquí, en sus aristas, cuando son los equinoccios, se produce un juego de sombras que producen como si una gran serpiente bajase por ellas hasta coincidir con las   pétreas cabezas que están en sus bases (la reencarnación de Quetzacoatl)…



Mientras descanso un momento y veo el resto de ruinas, pienso en lo que debía suponer para el pueblo llano maya semejante demostración….

 


 

Aun hay mas, algo que me sorprende recientemente descubierto. Si te colocas en el tercer escalón, del lado que mira al “Juego de Pelota”, puedes hablar perfectamente, sin necesidad de elevar la voz, con alguien que esté en el templete del mismo. INCREIBLE, de nuevo me sorprenden sus conocimientos, ahora del sonido aplicado a la arquitectura y de nuevo me imagino  a los perplejos mayas asistentes a tamaña demostración…

 

 

Bajando, no sin esfuerzo pese a mi altura, me dirijo a una de las bases de mi investigación: el maravilloso “Juego de Pelota”. Lo primero que hago es pararme sobre varios relieves, en ellos se descubre como era esta civilización, siempre con la vida y la muerte a su alrededor

 

 

También descubro como iban vestidos los participantes de tan particular juego.

 

 

Con mi espíritu de viejo titiritero no me resisto a hacer un poco “el indio”


 

El juego consistía, básicamente, en introducir una pequeña pelota por alguno de los aros laterales (se puede observar en la fotografía) usando cualquier parte del cuerpo siempre que no fueran las manos. Tras estudiar los relieves llego a apoyar un estudio reciente…. Lo explicaré: al finalizar dicho juego, uno de los dos equipos era sacrificado a Quetzacoatl. Durante mucho tiempo se pensaba que se sacrificaba al equipo perdedor, FALSO, se sacrificaban a los ganadores, ya que a los dioses no se les podían entregar perdedores…

 

 

Y para terminar, de nuevo vivo en mis carnes, otra nueva maravilla de conocimiento de este pueblo. Situándose una persona en uno de los templetes del juego de pelota, puede hablar perfectamente, sin elevar la voz, con otra persona situada en el templete de enfrente, asombroso si piensas que la distancia es la aproximada a un campo de fútbol…





extrañas figuras me saludan desde los laterales exteriores cuando parto de allí… 


 

Tras esto pasamos al “templo de las mil columnas”, se llama así aunque en realidad tendrá unas 300, parece ser que era el sitio predestinado para hacer los sacrificios…

 

 

Como ya hemos dicho tenían un gran conocimiento de astronomía (aunque si he de ser sincero lo utilizan mas como astrología). Por ejemplo, sabían en que momento se iban a producir los eclipses, y usaban dicho momento para realizar los sacrificios de criados, esclavos, soldados enemigos, etc. Estando vivos, uno de los sacerdotes, arrancaba el corazón de los desafortunados mientras “jugaba” con la sangre de la victima. Todo un ritual de sangre, poder e imagen ante los sorprendidos mayas…. 

 

 

 

No era el único lugar para realizar sacrificios, alejándonos un poco de la urbe, en dirección al “observatorio”, nos encontramos con lo que allí llaman “cenote”, aquí en Cuenca lo llamaríamos torca con agua. Es lo mismo, un hundimiento del terreno donde el agua a creado pequeñas “lagunas”. De nuevo allí la historia me sorprende, siempre se pensó que allí se sacrificaban a las vírgenes. FALSO, se sacrificaba a los niños, los “vírgenes” de alma, siempre que algún Dios así lo deseaba, o la cosecha iba mal, etc…

 

 

Acabamos nuestra visita a Chichen Itza en “el caracol” mas conocido como “el observatorio”,  muestra el amplio conocimiento de los mayas de la astronomía y del calendario. El sistema era muy sencillo, en su bóveda disponían de “ventanucos” que habrían o cerraban, en el suelo del mismo una pequeña piscina de agua. Así, al abrir uno de ellos, se producía el reflejo de la luz y los mayas podían seguir perfectamente el movimiento de los distintos astros de una región determinada del espacio.



 
 
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